miércoles, 16 de noviembre de 2011

Opiniones


    Las opiniones no son algo que debemos tomarnos a la ligera. Lo que pensemos, es, básicamente lo que nos define y nos distingue del resto. Las opinión es algo que hay que entrenar y, a ser posible, no hacerla hermética, ya que esto empuja más a la ignorancia que a tener una buena crítica.

    ¿Por qué es tan importante la opinión? La respuesta a esta pregunta se remonta a la Grecia clásica, donde algunos filósofos extendieron la alfombra roja al pensamiento humano. Ya Sócrates era consciente de que la mente era capaz de concebir algo propio y único, marcado por la persona, igual que los genes marcan a un bebé. La opinión, el pensamiento. Para que realmente sea único, evidentemente debe estar engendrado por nosotros mismos. No podemos dar una opinión sin pensar, esto haría perder la propia definición de opinión, y no es lo que queremos. Si hoy día hay un problema, es que hay mucha gente que da opiniones que ha escuchado de otros y ni las piensa, sólo las suelta para quedar de maravilla sin tener ni idea del tema. Es clave apoyarse en opiniones ajenas para crear la propia, pero oye, sin pasarse, que hay gente que escupe lo que traga de otras bocas, sin ni siquiera pararse a masticar un poco. Hay que aprender a digerir lo que escuchamos, leemos y vemos, y para eso, necesitamos echar tiempo y, sobre todo, ganas de aportar algo útil a la sociedad. 
    Y sigo insistiendo en que debemos escuchar a los demás, ya que nuestra opinión es tan válida como cualquier otra. Por eso es una opinión. No hay nada más repulsivo que una persona tan segura de lo que piensa, que te tira las palabras a la cara, que aunque tú digas algo, como si nada. Por un oído entra y por otro sale. Cabezotas se llaman, y son tan terribles como los que no piensan por sí mismos. Precisamente, la chispa de la crítica es llegar al equilibrio entre defender lo que piensas y enriquecerse con lo que los demás opinan. Para decir lo que pensamos sobre un tema tenemos que informarnos y documentarnos bien para no meter la pata, y por supuesto concienciarnos de que nuestra idea va a ser refutada y de que aunque a algunos les cueste admitirlo, se puede estar algo equivocados.

    Si hay algo que está claro, es que para tener un buen concepto de la realidad y ser dignos de llamarnos personas críticas, la clave está en intercambiar las opiniones como cromos, que aunque algunos nos gusten, hay que tenerlos en la colección.

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