jueves, 4 de abril de 2013

Pegajosos

  

   Hay algunos pensamientos que son como un chicle. Al principio son dulces y sabrosos, reveladores. Mastícalos demasiado y pueden acabar volviéndose amargos. Intenta quitártelos, pero empezarán a pegarse a las paredes de tu conciencia como si tuvieran vida propia. Intentarás librarte de ellos, y cuanto más te esfuerces en sacarlos de tu cabeza, cuanto más los toques, se volverán más y más pegajosos.

    Mientras, sigues mascando para devolverles la forma original y sacarlos de ahí. Y empiezas a sentir hambre. Pero nada puede entrar porque ya la plasta no te permite ni abrir la boca. Nada puede entrar: está ocupado. Y así te quedas durante mucho tiempo, sin alimentarte a ti mismo porque tienes un chicle en la boca. Y la mandíbula ya empieza a doler, y te vas consumiendo poco a poco. Tienes que sacarlos para llenarte, porque te sientes vacío y hambriento.

    Quizás con un poco de agua fría...